Cinco paradas en una ruta en coche por la costa catalana

18 junio | 2018 | Nani Arenas

Recorre con Goodyear y Nani Arenas la costa catalana en una ruta en coche de 5 paradas imprescindibles. ¡Buen viaje!

Viajar en coche por la costa catalana es una experiencia que nos lleva a de una localidad hermosa a otra. Un trayecto de sur a norte, recorriendo los aproximadamente 350 kilómetros que separan el Delta del Ebro, muy cerca de los límites con Castellón hasta Cadaqués, ya pegados a la frontera de Francia. Un recorrido con el mediterráneo como compañero.

Delta del Ebro

Empiezo el viaje en el sur de la provincia de Tarragona. Elijo este punto de partida pues conducir por este paraje natural es un placer. El Delta del Ebro, uno de los entornos naturales más valiosos del Mediterráneo protegido como Reserva de la Biosfera.

Pronto asoman grandes arrozales, playas vírgenes y horizontes infinitos. Pero ojo, cada viaje es distinto. En el Delta todo cambia en función del caudal del río, de la estación del año, de la climatología…. Las aguas avanzan y retroceden a capricho del viento y del sol. Y con ellas los animales que aquí habitan: aves varias y los más fotografiados, los flamencos que tienen residencia casi permanente en la Playa del Trabucador, uno de esos puntos de parada obligada de todos quienes recorren el Delta.

Es este lugar también recomendable por su gastronomía. Es casi obligado tomar un buen arroz, bien en San Carlos de la Rápita. O mejor en Poblenou del Delta, donde más restaurantes encontramos por metro cuadrado.

Si te gustan los deportes náuticos no dejes pasar la oportunidad de pasar la tarde haciendo kitesurf, modalidad deportiva que en este paraje de vientos permanentes tiene muchos adeptos. Si prefieres dormir la siesta al sol en una playa salvaje puedes dirigirte a la isla de Buda.

Costa catalana Sitges

Sitges, destino para el disfrute

Seguimos por la costa dirección norte. A unos 30 kilómetros antes de Barcelona, hacemos la segunda parada. En una de las localidades más turísticas de la costa catalana: Sitges.

Nada más llegar se entiende el por qué de esta buena fama. Sitges lo tiene todo; es pequeña pero grande a la vez, goza de playas maravillosas>, (más de dieciséis arenales repartidos en sólo cuatro kilómetros). Conserva un casco histórico lleno de monumentos que recuerdan por qué las familias más pudientes de antaño ya se enamoraron de esta costa. Palacios como el de Maricel; edificios modernistas firmados por grandes arquitectos, casas de indianos, emigrantes que hicieron fortuna en América… a todo esto hay que sumar una tentadora oferta comercial. Y gastronómica.

Ir de compras por las pequeñas pero preciosistas tiendas de las calles peatonales de Sant Francesc y Major, Jesús y les Partellades da gusto. Pero quizá lo más agradable sea sentarse relajado unos minutos en el bellísimo mirador que hay frente la iglesia de Sant Bartomeu y Santa Tecla, iconos de Sitges. Una de esas estampas que se graban para siempre en la retina.

Mataró, la modernista desconocida

Avanzamos en la ruta con rumbo norte buscando localidades con sabor a mar donde merece la pena hacer una parada. Dejamos atrás Barcelona llegamos a Mataró, una de esas localidades que no suelen salir en los mapas por su matiz industrial

Por lo pronto, comentar que fue en Mataró donde Antonio Gaudí, que por aquellos años estaba estudiando arquitectura, hizo su primer trabajo.  Una fábrica de blanqueo de algodón que el arquitecto hizo por encargo de la Cooperativa Obrera Mataronense. Es la llamada Nau Gaudí, hoy transformada en un centro de exposiciones que puede presumir por ser la primera obra firmada por el genio de modernismo catalán.

También de Mataró es cuna del arquitecto Josep Puig i Cadafalch, quien, por supuesto, también dejó huella en su ciudad natal. Suya es la cubierta de cerámica y hierro forjado del mercado exterior del Rengle. O la pastelería La Confianza. También se conserva una vivienda particular creada por Cadafalch, la casa Coll i Regàs. Una joya abierta para visitas del público tras un largo y minucioso trabajo de restauración.

Mataró es también famosa por ser la ciudad a donde llegó la primera línea de ferrocarril de España, la cual unía Barcelona con la, por aquel entonces, floreciente referente de la industria textil. Y por supuesto, tiene una buena oferta de playas donde tumbarse al sol. Arenales unidos entre si por un paseo marítimo de más de dos kilómetros. ¿Tentador verdad?

Costa catalana Calella

Parada en Calella de Palafruguell

Hacemos la siguiente parada en una de las localidades más hermosas de la costa, la bellísima Calella de Palafrugell, ya en la provincia de Girona
en el corazón de la llamada Costa Brava.

Es difícil no quedar cautivado ante la contemplación de ese conjunto de casas blancas,
sencillas pero impolutas. Cabe destacar que no es Calella destino monumental. Ni encontramos fachadas de referencia arquitectónica, todo lo contrario. Calella es un pueblo pesquero tranquilo, aún habitado por gentes de mar (aunque  en verano se llena un poco de más) donde disfrutar de las vistas al mar, de la cervecita frente al mediterráneo… grandes sensaciones que se agradecen.

Costa catalana Cadaqués

Cadaqués y Portlligat

Y cierro esta ruta con sabor a salitre con un destino de visita obligada. Cadaqués. Localidad que se asocia con un nombre: Dalí. Y es que el artista tenía aquí cerca su casa, en Portlligat, la cual se puede visitar. Y hacía su vida en Cadaqués, como se puede comprobar en las numerosas pinturas que hizo dedicada a este lugar.

Calles estrechas, arcadas, casas apiñadas con la silueta de la iglesia destacando en medio del conjunto, aire marinero. Todo de un tono blanco que combina con el azul del cielo y el tono celeste del mar. Bañado por esa luz tan especial, casi única. Aunque lo que más le gustaba a Dalí era pensar que justo por aquí entraba el primer rayo de sol a la península ibérica. Era el primero en ver ese haz de luz a primera hora de la mañana.

Romanticismos aparte, Cadaqués es uno de esos destinos donde apetece quedarse unos días. Una localidad con duende, “un paisaje eterno y actual, pero perfecto”. Frase empleada por el poeta Federico García Lorca, gran amigo de Dalí y también asiduo a Cadaqués.

Con la mirada puesta en la bella Cadaqués toca despedida de la costa catalana: una ruta pensada para disfrutar de los kilómetros que cuentan

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