Dónde se rodó El orfanato: Descubre Villa Parrés

16 junio | 2016 | Alejandro Martínez Notte

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Construido en 1898, el caserón en el que se rodó ‘El orfanato’ oculta tras sus muros varias historias de cine y una real: la muerte de su dueño sólo un año después de acabar la obra Guillermo Fernández Buergo.

Villa Parres, la casa que da cobijo a una angustiada Belén Rueda en ‘El orfanato’, es mucho más que unos muros cargados por el peso de su propio pasado. También oculta más historias de celuloide y hasta una tragedia propia.

El enorme caserón que la cámara de Juan Antonio Bayona y la pluma de Sergio G. Sánchez han convertido en “El orfanato” se encuentra en la salida Este de la villa de Llanes, en dirección hacia Santander y no es la primera vez que se utiliza como plató de cine. Entre las paredes del vetusto inmueble ya se filmó, en 1990, una buena parte de ‘Los jinetes del Alba’, de Vicente Aranda. Después vendrían ‘Mi nombre es sombra’, de Gonzalo Suárez, en 1996, así como ‘La balsa de piedra’, de George Sluizer, en 2001, aunque en ninguna de las tres cintas la gran mansión tenía la importancia en la trama que tiene en ‘El orfanato’.

Caserón de El Orfanato

Villa Parres, su historia

El edificio, que fue incautado para albergar un hospital durante la Guerra Civil, se terminó de construir en el año 1898 por encargo de José Parres Piñera, cuyos descendientes aún conservan la propiedad, pero él apenas disfrutó de la construcción porque falleció en la misma casa el 9 de noviembre de 1899.

Murió apenas un año después de su estreno de un caserón cuyo proyecto se encargó al arquitecto santanderino Valentín Ramón Lavín Casalís, un profesional de reconocido prestigio en su época por haber realizado numerosos proyectos para la burguesía local.

Una de las personas que con más detenimiento ha estudiado el inmueble es la llanisca Mari Cruz Morales Saro, catedrática de Historia del Arte en la Universidad de Oviedo, quien define a la vivienda como una gran «casa conectada plenamente hacia el exterior, con predominio de amplios ventanales». Y sobre Lavín Casalís, que siempre se muestra «ampuloso y desmedido», opina que «le agradaba disponer de amplios medios económicos y pocas limitaciones».

Bajo ese criterio tuvo que haberse levantado el palacio de Partarríu, porque durante la segunda mitad del siglo XIX Llanes respiraba prosperidad gracias a la lluvia de millones que comenzaban a llegar del gran número de emigrantes en países americanos, como México y Cuba.

José Parres Piñera, que había desempeñado altos cargos en los ministerios de Marina y de Gracia y Justicia, estaba casado con Antonia Sobrino Díaz, hermana de los acaudalados emigrantes Nemesio, Sinforiano y Faustino Sobrino, de quienes fue gestor en España. La fortuna de estos tres hermanos era incalculable y su desprendimiento con la villa que les había visto nacer no tuvo límites.

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Villa Parres, una casa de cine: El abuelo de Garci

No es Villa Parres la primera que ponga a Llanes a los ojos de Hollywood. La villa ya ‘estuvo’ en el Kodak Theather gracias a “El abuelo” de Garci. Pero es que el concejo tiene un amplio pasado cinematográfico. El primer largometraje que se rodó en la villa, en 1941, fue ‘Porque te vi llorar’, de Juan de Orduña. Se trata de un melodrama que narra la aventura de un veterano del ejército franquista que contrae matrimonio con la hija de los marqueses de Luanco, para compensar la violación que ésta sufrió a manos de un soldado republicano.

Gonzalo Suárez, un enamorado de las playas del concejo, comenzó en Llanes, en 1969, su idilio cinematográfico con la región al rodar ‘Aoom’. Llegaría después Angelino Fons, acompañado de Rocío Dúrcal, para rodar ‘Marianela’, en 1972.

Y hubo que esperar hasta 1998, para recibir el espaldarazo de José Luis Garci, con su película ‘El Abuelo’. Esto ocurría cien años después de haberse construido el palacete donde se rodó ‘El orfanato’, un edificio hoy en propiedad de los descendientes de la primigenia familia Parres, aunque con trámites muy avanzados para su venta a un importante grupo inmobiliario llanisco.

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