Ruta de dos días cerca de Barcelona: aprovecha al máximo tu visita

2 mayo | 2016 | Quique Cardona

Goodyear te presenta de la mano de Quique Cardona una interesante ruta desde los Pirineos hasta la Costa Brava

Es cierto, Barcelona da para mucho en una visita de tres o cuatro días y probablemente no te la acabes de la cantidad de monumentos, rincones y sorpresas que te aguardan en la ciudad. No obstante, si dispones de tiempo y un buen coche te propongo una escapada de dos días por los alrededores de Barcelona que no te va a defraudar.

Alrededor de Barcelona existen múltiples y variadas rutas que podemos realizar tanto en la misma provincia barcelonesa como por las vecinas provincias de Girona y Tarragona. Las distancias no son excesivamente largas, el interior es mucho más verde de lo que la gente imagina y la costa ofrece playas de arena fina y calas donde todavía podemos sentirnos aislados del mundo.

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    Nos encontramos a principios de la primavera y, sin lugar a dudas, es una época ideal para descubrir la explosión de la naturaleza, el contraste del deshielo y las primeras flores de la temporada. Con un entorno de estas características te propongo subirte al coche y dibujar un corazón (literalmente) en el mapa. Nuestro primer plato nos acercará a los Pirineos a través de la C-17, como segundo nos esperan unos volcanes legendarios, un pueblo que realiza peripecias encaramado a lo alto de un risco, un lago con monstruo incluido y a modo de postre terminaremos con un buen chapuzón en las aguas cristalinas de la Costa Brava. ¿Nos acompañas?

     

    Ripoll y el Monasterio de Sant Joan de les Abadesses

    En poco más de una hora de distancia desde Barcelona llegamos a la población de Ripoll, famosa por su monasterio medieval de Santa María de Ripoll. El espectacular pórtico del siglo XI nos dejará un buen rato embobados. El interior de la iglesia se construyó siglos más tarde pero no desmerece. El casco antiguo de Ripoll merece un buen paseo y podemos aprovechar para pegarnos un buen desayuno de “forquilla y ganivet” (de tenedor y cuchillo) para coger fuerzas.

    Seguimos la N-260 y en apenas un cuarto de hora llegaremos a la población de Sant Joan de les Abadesses. Protegido por la Sierra Cavallera y las aguas del río Ter, el medievo sigue siendo el gran protagonista con una entrada en escena soberbia con su puente románico que parece erguirse hacia el cielo con una especie de acento circunflejo. Este pueblo es especialmente conocido por su monasterio, uno de los mejores ejemplos del románico catalán cuyos cimientos nos sitúan en el siglo IX siendo el primer monasterio de monjas fundado en Cataluña. Por apenas 3 euros podremos visitar el recinto, pasear por su bien conservado claustro y su iglesia de características románicas y un precioso retablo gótico.

    La Garrotxa

    La Garrotxa: Bosques y volcanes

    Dejamos la arquitectura, el pasado, la historia y el románico a un lado para sumergirnos en la naturaleza. Desde Sant Joan de les Abadesses seguimos la N-260 que circula por el interior del valle de Bianya. Nos encontramos en la provincia de Girona y el verde es el gran protagonista con bosques frondosos de hayedos, pinos y robles. Si disponéis de más tiempo una incursión en la Fageda de’n Jordà (el hayedo de Jordà) es una sensación mágica que pocos bosques suelen ofrecer: la selva de Irati o Fragas do Eume estarían a la altura para haceros una idea.

    A escasos kilómetros de distancia encontraremos un parking que nos servirá para mover las piernas y realizar una excursión de media hora para subirnos al cráter del volcán de Santa Margarida. Nos encontramos en la comarca de la Garrotxa, una zona repleta de volcanes pero no os asustéis, los volcanes están apagados y la última erupción se remonta a 11500 años atrás. Un bonito sendero se interna por el bosque y realiza una ascensión hasta llegar al interior del volcán donde una nueva sorpresa nos aguarda: en el mismo epicentro del cráter se levanta una ermita y la pradera que se extiende a su alrededor es ideal para montar nuestro picnic del día.

    Castellfollit de la Roca y Besalú

    Una vez de vuelta al coche retomamos el camino de vuelta brevemente para enlazar con la A-26 que en apenas media hora nos dejará con la boca bien abierta al contemplar desde la carretera el pueblo de Castellfollit de la Roca encaramado a lo alto de un risco, como si los mismos edificios estuvieran haciendo peripecias para no caer.

    Apenas en 15 minutos más siguiendo la A-26 llegaremos al pueblo medieval de Besalú, uno de los centros culturales más importantes de la Cataluña medieval. Uno de los cascos antiguos mejor conservados y precedidos por uno de los puentes medievales más imponentes del país.

    Lago Banyoles

    El monstruo del lago de Banyoles

    Según como vayamos de tiempo podemos hacer noche en Besalú o seguir unos kilómetros más y hacerlo frente a las legendarias aguas del lago de Banyoles. Tomamos la C-150A y en apenas un cuarto de hora llegaremos a esta población donde se despliegan las aguas de un lago repleto de leyendas y monstruos. Efectivamente, al igual que en el lago Ness, en Banyoles también cuentan con su propio monstruo aunque por ahora no se le ha visto desde la época de Carlomagno. Sin duda, sus tranquilas aguas y los bosques a su alrededor conforman un lugar ideal para cenar y hacer un parón en nuestra ruta. En la misma plaza principal del pueblo, de las auténticas con sus arcadas y suelo de arena, encontraréis varios restaurantes y bares con comida a buen precio.

    Los encantos de Girona

    Al día siguiente tomamos la C-66 y en menos de media hora nos plantamos en el centro de Girona. Famosa por ser uno de los nuevos enclaves de la serie Juego de Tronos, Girona es un escaparate ideal para maravillarnos con las coloridas casas que besan el río Onyar a su paso, con su laberíntico barrio judío tan bien conservado, con la imponente silueta de la catedral de Santa María cuyas torres se divisan desde prácticamente cualquier lado. Nos podríamos quedar horas en Girona y no aburrirnos pero en la ruta nos esperan todavía más sorpresas.

    Pueblos medievales y la Costa Brava

    Partiendo de Girona buscamos la GI-643 y la GI-644 y 20 minutos llegaremos a Peratallada. Uno de esos pueblos medievales que están tan bien conservados que parecen un escaparate dignos de tener su propio recinto en Disneylandia.

    Río Onyar Girona

    Apenas a 9 kilómetros de distancia, se levanta el pueblo de Pals, más auténtico, más real y donde los pinos y la brisa empiezan a rezumar los olores del mar mediterráneo. Un paseo por su interior hasta llegar a lo alto donde se encarama la iglesia del pueblo os ofrecerá una vista de pájaro a vuestros alrededores. Con buen tiempo podréis divisar las nevadas montañas del Pirineo y la Costa Brava con el Cabo de Creus y su perfil rocoso repleto de pinos.

    Seguimos la C-66 para acercarnos a la playa y nuestro primer destino es Begur, con su fotogénico castillo en ruinas a lo alto del monte donde podremos contemplar la costa que se presenta abrupta y salvaje. Descendemos andando hasta llegar a la playa de Sa Tuna, una de las perlas más bien conservadas de la Costa Brava, con sus barcas apostadas en la arena, las pequeñas casas a primera línea de mar y el perfil rocoso que que permite esa pequeña D invertida donde descansa la arena entre mar y piedra. Un lugar ideal para comer una buena paella o fideuá y empezar a pensar que se hace tarda y debemos volver a la olvidada Barcelona.

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