Ruta en coche por el Algarve portugués

10 agosto | 2022 | David Escribano de "Viaja Blog"

Disfruta con Goodyear y David Escribano, de Viajablog, de esta completa ruta visitando en coche lo mejor del Algarve

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    En el sur de Portugal, justo donde la frontera comienza a desdibujarse entre los dos países ibéricos hermanados, una tierra ha acaparado, sin preguntar a nadie ni sentirse culpable, gran parte de los benignos dones de la Madre Naturaleza. Si piensas que exageramos, sólo tienes que conseguir un vehículo y emprender una ruta en coche por el Algarve portugués.

    Será así como descubrirás acantilados policromados de ensueño, entre los que se esconden de la furia marina pequeñas calas y largas playas salvajes de arenas doradas.

    También encontrarás dunas, pueblos encantadores y una gente local cuya amabilidad sólo puede igualarse con la calidad de los platos que salen de sus cocinas. Unos platos que tienen como base los frescos pescados y mariscos del mar, y los frutos de sus huertos.

    Más de 230 km de costa que deben ser recorridos con parsimonia, saboreando cada recodo del camino. Esta es una ruta en coche, de este a oeste, con lo imprescindible que ver en el Algarve.

    Albufeira y Praia do São Rafael

    Quizás una buena primera parada sea la población de Albufeira, donde podrás hallar tanto belleza natural como una vida nocturna realmente movida (sobre todo, durante los meses de verano).

    Es más recomendable visitar su casco histórico en la temporada más tranquila, cuando se puede apreciar su pasado marinero y disfrutar de las puestas de sol en su larga playa.

    Cerca de allí, unos 6 km más al oeste, la Praia de São Rafael te permite asomarte a esos primeros acantilados de roca caliza que son el sello de identidad del Algarve portugués.

    Una pequeña ruta aérea te muestra el bravo mar, de preciosos tonos azules y verdes, y calas como las de Emil, Ponta Pequena y Ponta Grande.

    La Praia da Marinha y la Ruta de los Siete Valles Colgantes

    Pero esas paredes rocosas que enmarcan las playas de la zona de São Rafael quedan empequeñecidas cuando paras en la Praia da Marinha.

    En esta majestuosa lengua de arena dorada aparecen farallones de roca a los que la erosión, y el paso del tiempo, han separado de los acantilados. Otros emergen del mar, como pétreos Poseidones desprovistos de su aura celestial.

    Las cuevas y arcos aparecen aquí y allá, pero lo que parece de una belleza de otro mundo no es más que el principio de la ruta a pie más impresionante del sur de Portugal: la Ruta de los Siete Valles Colgantes.

    Este recorrido lineal de 5,7 km te lleva por lo alto de los acantilados de este parche costero del Algarve, descubriendo lugares como la fantástica Cueva de Benagil (el lugar más fotografiado del Algarve y que conviene visitar también desde el mar), el faro de Alfanzina o la playa de Vale do Centeanes.

    Aunque la ruta de ida y vuelta son 11,5 km, dedícale unas 6 horas, porque querrás detenerte en cada recodo del camino para hacer fotos o bajar a darte un baño.

    Silves, la antigua capital del Algarve

    Llegados a este punto, es momento de alejarte momentáneamente del mar y la costa para conducir unos kilómetros por la campiña del interior del Algarve.

    La dulce fragancia de los campos de cítricos y los viñedos te servirán de placentera antesala de Silves, la antigua capital del Algarve.

    La adormecida Silves ostentó tal honor varios siglos atrás, en los tiempos de dominación árabe. Del legado africano han quedado sus calles, estrechas, adoquinadas y serpenteantes, y la fortaleza que domina la ciudad desde lo alto de la colina, que más tarde sería reformada y ampliada por los gobernantes cristianos y hoy se conserva en buen estado.

    Pasear por Silves despierta un sentimiento bucólico y cierta paz interior. Así lo sentirás al visitar las pequeñas tiendas de artesanías y souvenirs, las cafeterías – como la de Segredo dos Mouros, un rincón secreto decorado con muchísimo encanto – y sus restaurantes.

    Mención especial merecen las cajas de luz de Silves, casi todas ellas pintadas y que representan un gran ejemplo de arte urbano callejero.

    Lagos, Ponta da Piedade y Praia do Camilo

    Desde el pasado y la historia de Silves regresas al presente, volviendo a sentir la brisa marina en nuestra faz. La siguiente parada en esta ruta en coche por el Algarve portugués te lleva a tres maravillas muy cercanas entre sí.

    Primero, te detendrás en la ciudad de Lagos, una de las bases preferidas de los viajeros que exploran el Algarve. Al poco tiempo de pasear por ella, entenderás las razones de su éxito. Lagos es pequeña, agradable, tranquila cuando debe serlo, y vibrante cuando le apetece.

    Su oferta cultural y de ocio es realmente amplia. Además, posee un abanico inacabable de alojamientos de todo tipo, ofreciendo siempre algo que se ajuste a cualquier presupuesto y gusto del viajero.

    Verás todas estas virtudes al explorar su precioso puerto deportivo, la muralla del Castelo dos Governadores, el Forte da Ponta Bandeira o la plaza de Luís de Camões.

    A tan sólo unos kilómetros del centro de Lagos se encuentran otras dos maravillas naturales del Algarve: Ponta da Piedade y la Praia do Camilo. De hecho, ambas están conectadas por una red de senderos que se internan en un laberinto de vegetación, rocas naranjas, ocres, amarillas y rojas, y, cómo no, magníficas playas y acantilados plagados de cuevas.

    La Ponta da Piedade merece ser recorrida con algunas de las muchas excursiones marítimas que parten cada día del puerto de Lagos. Así, podrás explorar las diferentes cavidades y tener una perspectiva diferente de este indómito litoral del Algarve.

    Todo lo contrario, calma y relajación, es lo que sentirás al descender las escaleras que llevan a la arena de la pequeña y acogedora Praia do Camilo. En el camino encontrarás una vegetación extrañamente frondosa y verde.

    Ya en la arena, las aguas son tranquilas – algo no muy habitual en las playas del Algarve – e ideales para darte un baño, sobre todo si viajas en familia y los niños están deseando remojarse. Praia do Camilo es también un buen lugar para ponerte gafas de bucear y aletas e investigar el colorido y rocoso fondo marino de esta parte de Portugal.

    Cabo de San Vicente

    Y llega lo que nadie que recorre el Algarve desea: el final del viaje. El Cabo de San Vicente puede ser ese punto final ideal. De los que te dejan con ganas de más. Con ganas de regresar al Algarve. Esa sensación se acentuará si desde sus rocas puntiagudas, que se asoman al mar, contemplas uno de los mejores atardeceres de los que se puede disfrutar en la península ibérica.

    En ese momento mágico, deberás recordar que ese lugar fue considerado por los romanos como el final del mundo conocido.

    Promontorium Sacrum, lo llamaron. Un nombre y un significado místicos. Nada podía cerrar mejor esta ruta en coche por el Algarve portugués.

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