Sentirse protagonista por un día es posible, sí, pero se requieren algunas características que hagan de este protagonismo algo auténtico, especial e irrepetible. A ello contribuyen el paisaje, el lugar, las instalaciones y lo espectacular del sitio, algo que reúne el Palacio de la Magdalena de Santander. Y os puedo asegurar, yo que estuve allí hace unos meses, que la imaginación, en un espacio semejante, se teletransporta desde el primer instante en que pones el pie en sus cercanías. ¿Hasta dónde viaja nuestra mente? Pues hasta un momento idílico, tanto que quizás nunca antes lo hayamos vivido, pero que desde ese instante quedará en nuestro recuerdo. Y ello será en lo que pensemos cuando le hablemos a alguien de nuestra visita al palacio. Algo así como lo que me pasa a mí ahora que lo estoy recordando.
En una de las mejores panorámicas que se puede tener de la Bahía de Santander, en la península que da nombre al edificio, se alza este palacio. Un entorno que no podrá pasar desapercibido por la belleza de contemplar la costa, inmensa y viva, así como la vegetación que rodea la zona. Como diría la canción de Revólver, “azul o verde, da igual”, ambos igual de espectaculares, de especiales, de naturales.
El propio palacio, las caballerizas y la Campa conforman hoy este majestuoso espacio que, además de albergar congresos de la clase política, fue, como recordaréis, el escenario donde se rodó la serie Gran Hotel, que contó con la interpretación de un fabuloso elenco de actores como Concha Velasco o Amaia Salamanca.
Es, pues, una visita obligada para quienes pasan por Santander. Es imaginación, deseo de vivir en épocas pasadas, sorpresa por la calidad de conservación. Es bahía y costa en estado puro, vegetación. Es descanso, paz, aire fresco y perderse contemplando la inmensidad del horizonte sobre la línea del mar.
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