Primos que curan su mal de amores en Comillas

11 abril | 2015 | Goodyear

Primos es una película que muchos considerarán de humor, otros quizás absurda, muchos entretenida y una gran mayoría tan real como la vida misma.

“Me voy a comer este sobao. Es el primero que se cruzó en mi camino, sí, pero antes de cogerlo he barajado otros y éste es sin duda el que más me gusta, por eso me lo voy a comer, porque tengo hambre, hambre de muchas cosas, pero me lo voy a comer despacio. Y lo más importante es que es una decisión mía, sólo mía, la primera que tomo en varios días. La primera pero no la última. Desayunar no es tan fácil como parece.”

Aunque parezca el típico diálogo de besugos, es un diálogo de Primos. Película que muchos considerarán de humor, otros quizás absurda, muchos entretenida y una gran mayoría tan real como la vida misma.

Cuando vemos una grabación made in the USA, siempre pensamos: “eso sólo pasa en las películas americanas”. Pues bien, ver Primos significa que aún hay cosas que sólo pueden pasar en una película española. Y eso no es bueno, ni malo, ni regular, es typical Spanish. Simplemente eso, muy a la española.

¿O acaso es muy americano que te deje la novia con la que te vas a casar justo el día antes de la boda y decidas irte al pueblo con tus primos para recuperar tu primer amor, aquél de la adolescencia? Lo único que tiene de romántica, a simple vista, esta decisión, es que el pueblo sea Comillas.

Como su propia arquitectura indica, mientras el modernismo permanece en las construcciones más vanguardistas del propio Gaudí, la tradición entendida de superar el trauma del ‘primo’ se pasea por los rincones más tradicionales de la villa cántabra. Conversaciones a la luz de la luna en el puerto de la localidad; la plaza de Comillas por la que tantas veces transitan los personajes, con orquesta de final de película incluida; el cementerio o la casona de Martina. Todo muy romántico paisajísticamente hablando: calles de estampa, casas de piedra, balcones de madera y barquitas en el mar. Un encanto difícil de describir para cualquier visitante de Comillas. Bueno, para cualquiera no, porque un ‘primo’ ante tanta belleza concentrada en un mismo pueblo, bien diría:

“No digo que te quiero, porque pronto te vas a asustar… osea más todavía. Por esto te digo que te prequiero…”

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